Nuestra gente en Ocaña

Crónica y reglas de juego para el proyecto De la calle a la Escuela.

Por Benjamín Casadiego

 

 

DOCUMENTO INFORME REUNION INICIAL DEL PROYECTO

 

"DE LA CALLE A LA ESCUELA:  UNA CONEXIÓN VITAL.  Un Programa para pensar el

uso de la Internet en la educación formal y no formal" 2002-2005 coordinado por la "Fundación Raíces Mágicas", Colombia

 

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Si hay que empezar con una imagen, se  me ocurre una novela de Graham Greene donde el protagonista se pasea por la calle Virtudes, esa misma calle que yo anduve una tarde de domingo en La Habana: entonces recorrí una calle de ficción y me sentí como deben haberse sentido los protagonistas de la reunión en Ocaña paseándose por Ocaña, luego de  transitar por la novela, buscando el rastro de Teresa y buscándose ellos mismos por esas calles que caminaron como ejercicio de trabajo el mismo día que llegaron, el sábado 26 de enero. 

 

Así empezó esta historia de navegantes y caminantes.  Y Justamente termina el  primer capitulo como debe terminar una novela de aventuras, correos y viajes:   con Yacine montado el sábado 2 de febrero en la cabina del piloto de una breve avioneta, jugando a copiloto con la admiración de Filippo, quien le animaba con los puños arriba para que no fuera a dejar caer esa avioneta que él necesitaba así de grande  en el patio del general Garay, como nos lo hizo saber en forma perentoria a nuestro regreso:  Quiero una avioneta de esas, igual de grande... 

 

No se pudo encontrar una así, a cambio  le dijimos que teníamos que reunir madera para hacer una.  Por lo pronto, en lo que a mi concierne, Yacine me dejó ese sábado con una tristeza que traté en todo tiempo de disimular; después caí toda esa tarde en un profundo sueño hasta el día siguiente, domingo, hasta que Ricardo llamó, justo cuando los de la casa revisábamos por enésima vez el álbum de fotos de Canadá y yo les mostraba una enigmática foto de una mesa con unos pocillos de café y al fondo la lista de  cafés de todo el mundo que ese bar  de Montreal ofrecía.  La tomé, expliqué, porque la mujer que atendía era muy bella y esa era la única manera de recordarla, ya que me daba pena decirle que posara sentada allí.  Se rieron, así que les dije:  Ricardo también se rió.  En eso sonó el teléfono y Ricardo, al otro lado de la línea  con nieve dijo, quiero que me cuentes cómo les fue...

 

Nuestra humanidad en Ocaña.

 

Creo que fue en la mañana del jueves 24 de enero cuando  Mauricio llamó de la casa de Ricardo en Ottawa.  Quería saber cómo estaban las cosas,  y  a  desearnos suerte en el evento. “Todos aquí los estamos pensando mucho en estos días”.  Le dije:  Hay problemas, la familia de Raisa está preocupada por el viaje de ella a Colombia y ruega porque no le aprueben el permiso.  Mauricio responde:  “Deja que las cosas sucedan.  Cada quien es dueño de sus miedos”.

 

El miedo venía a marcar el viaje de nuestra gente a Ocaña.  Soraya me llama un día antes preocupada: “Me han hablado de unos desplazados en Ocaña que vienen del Catatumbo”.  No te preocupes, le digo y ella dice:  “Sí, ya tengo claro que voy  a ir, solo que me han dicho esto”.  A Yacine estas historias no le preocupan:  “En Argelia la historia es parecida”.  Luis Fernando no toca el tema, ya antes había venido.

 

¿Dónde se escondió el miedo una vez llegaron? El sábado de la inauguración,  en la noche,  el grupo salió a caminar las calles que habían recorrido en la tarde; el domingo Angie los llevó a otra escena del proyecto de la calle a la calle. Una tarjeta nos invitaba a caminar hacia la  media noche, a  ver la luna, con un mapa de salida y llegada.

 

Habíamos podido con el miedo y habíamos corrido riesgos. Esto es importante decirlo, porque así será nuestro proyecto:  el riesgo de estar en coordenadas difíciles, peligrosas, explosivas, como señaló Luis Fernando Barón el día inaugural:  “Estamos manipulando en este proyecto tres elementos altamente peligrosos:  calle, escuela e internet”. ¿Qué ocurrirá con estas conexiones vitales? ¿Qué ocurrirá en nosotros?

 

Y bien...  ¿Qué ocurrió?

 

Lo que ocurrió en esos días fue un ejercicio literario, lo digo a mi manera y cada cual lo verá de otra forma, yo lo miro como un ejerció habitual con los chicos que nosotros trabajamos:  conocer a  los socios de trabajo, darnos confianza, pensar acciones conjuntas sobre la base de la realidad de cada grupo,  conocer el terreno, Ocaña.  Esto se dijo la tarde inaugural:  “En Bucaramanga hubiera sido menos complicado reunirnos, pero no hubiera tenido gracia.”  Estar reunidos en Ocaña era importante para nuestro proyecto, que los socios se imaginen el juego desde esas caminatas diurnas y nocturnas que realizaron.  Dice Adrián Rozengardt desde  una Buenos Aires que no duerme, en respuesta al correo de Mistica donde se cuenta lo que pasó y lo que vendrá:  “Cada vez que leo un correo de ustedes me  dan ganas de llorar...”.  Por acá sentimos esa emoción como vista en un espejo y también nos dan ganas de llorar.  Son diálogos grandes que a veces tienen la gracia del encuentro cara a cara, como en esos tres días en ese hotel de anchas y blancas paredes.

 

Ejercicio literario no significa siempre escribir.  Yacine, cuando hablábamos de las sensaciones  que nos habían atravesado esa tarde de caminata, dijo:  “No suelo escribir, ni pensar, ni recordar lo que viví, simplemente está dentro de mi cuerpo, se incorpora en mi”.  Eso nos abre la puerta para las múltiples formas de contar una historia, la del silencio que no siempre es silencio mudo, sino silencio actuante, otra voz, como la de la fotografía, la danza, la pintura.  Entonces vemos que ya no es un ejercicio literario sino de encuentro, de creación.  Esa era la idea profunda para que cada uno de nosotros nos hubiéramos encontrado en Ocaña y no en otra ciudad.  Porque los socios de trabajo deben saber de dónde nacen estas historias, por qué se gestaron, cómo vivimos, cómo son nuestras casas y  cómo planteamos nuestra relación con nuestros semejantes.  ¿El lugar nos define?  El lugar dice algo de nosotros los que estamos metidos  en un proyecto, es una extensión de nuestra vida, es la pregunta que se debe desarrollar.  Luis Fernando Barón nos da algunas claves el día de su ponencia, una ardua tarde de domingo:  “Los proyectos deben reconocer su historia, su contexto, el lugar de donde han nacido”.  Y habla del grupo Raices Mágicas:  “No debemos olvidar que este grupo nace del Instituto de Cultura”.  Es curioso, pero  creo que Luis fer y yo nos debimos sentir raros, porque siempre habíamos compartido el espacio del Instituto, donde están nuestras fotos grupales y buena parte de nuestra historia.  El proyecto nace en el Instituto y esa es una historia que debemos retomar, pero no en esa  reunión, como lo propuso alguien, sino nosotros en Ocaña, con nuestra comunidad.  Pero es cierto, un proyecto debe recorrer su contexto.  Es una historia de memorias y olvidos, necesarios.

 

¿Cómo vamos a hacer?

 

Un proyecto como el de la calle a la escuela,  donde van a estar involucrados varios protagonistas de ese mismo proyecto y que cada cual tiene su espacio y sus métodos de trabajo requiere un cuidadoso ponernos de acuerdo, sin perder identidades pero  abiertos a lo otro.

 

Dice Yacine:  “Hemos hablado de calles, se nos ha olvidado que en el Limón no hay calles, sino veredas, caminos sin nombre y que  esos caminos no siempre son lugares de encuentro como lo son en pueblos y ciudades”.

 

Soraya dice:  “En el Carmen de Bolívar son las esquinas, el lugar de encuentro y los enamorados caminan con las bicicletas en la mano”.

 

Raisa dice:  “La calle internet, ¿cómo vamos a trasponer el umbral con las otras calles?”  ¿Qué vamos a inventarnos en esa otra calle, para que podamos encontrarnos en nuestras calles?.

 

El juego es complejo, por eso estamos tan entusiasmados, pero  nos gusta porque al fin de cuentas es algo pequeño, en donde podemos actuar.

 

En el tablero del final de la tarde del sábado se ve el resumen que ha hecho Filippo luego de haber tomado atenta nota de todo lo que nosotros decíamos:  un caos de líneas cruzadas, manchones y vacíos.  Más complicado resultó el resumen del otro día que hizo Yacine sobre los nodos de trabajo con los que trabajaremos en los diferentes países socios:  En Trujillo vamos a trabajar con profesores rurales y con niños de 8-12 años.  En Dominicana con niños campesinos entre los 15 los 18; en Carmen de Bolívar con jóvenes expertos en radio, cercanos a Cartagena y al mar, en Ocaña con jóvenes entre los 17-18 años de  la escuela secundaria, totalmente urbanos.  Las otras cinco experiencias que tenemos contactadas en el país a través de la red Sipaz tienen que ver con un rico trabajo donde usan los  medios de comunicación como la radio y la televisión en experiencias educativas.  Ese es el grupo de trabajo que tenemos hasta ahora y esa es la pequeña avioneta que debemos elevar en estos meses.

 

Yacine,  el viernes último que lo dedicamos a evaluar,  pensar y a sacar cuentas de todo esto,  propuso una facilitación a distancia, esto quiere decir que vamos a empezar un trabajo con un líder de el Limón, vamos a entablar un dialogo con una persona que no conocemos, vamos a conocernos, el lugar de él, la educación, las costumbres y las expectativas del grupo hasta estar en condiciones de proponerle unos ejercicios de trabajo con los niños que él tiene a su cargo.  Todo esto a distancia, por internet.  Así haremos   con todos los socios de trabajo hasta que las acciones se ajusten solas y cada avioneta vuele.  Por lo pronto hay estos compromisos:  Cada semana Benjamín enviará por correo a los socios de trabajo lo que  va ocurriendo en Ocaña, lo que estamos haciendo sábado a sábado, día a día y los primeros resultados.  En unas semanas tendremos un sitio provisional donde iremos guardando las cosas que van pasando, la caja de herramientas, las preguntas.

 

Raisa empieza una revisión de las prácticas educativas en América Latina y el Caribe donde se esté innovando con nuevas tecnologías.  Soraya va a armar una sub-lista con la gente de Belén, Antioquia, Nariño, Pasto y el eje Cafetero para contarle el cuento y ver como se van integrando al trabajo. Luis Fernando va a estar mirando todo esto para poder entre todos imaginar antes de agosto una metodología de evaluación. Luis Fernando dijo aquí algo clave en su intervención: “Un proyecto que durante el proceso no transforme los objetivos es sospechoso, porque significa que no ha ocurrido nada. Muchas cosas van cambiando a medida que se avanza”.   Mauricio vendrá a Ocaña en marzo a dar el taller de radio, Yacine regresará a la continuación del taller en donde esperamos poder crear nuestra pagina web con nuestra gente y Jorge Julio estará del 1 al 4 de agosto.  Raisa no sabe si en agosto se va para Italia o regresa a Ocaña.  (Yacine escribió y envió una agenda inmediata, más sucinta).

 

Asoma aquí la pregunta de cómo vamos a tratar la perspectiva de género:  ¿Cómo se enfrentan a las tecnologías ellas y ellos? ¿Qué buscan? ¿Cómo asumen las diferencias? ¿En qué se parecen? ¿Cómo se plantean los contenidos desde esa perspectiva?  ¿Qué vamos a buscar? 

 

Hay cosas que se me olvidan, por supuesto la esencia de lo ocurrido apenas ha sido asomada, pero quisiera terminar este correo con dos breves comentarios:  El taller de Yacine y las reglas de juego, de la fotocopia que Raisa entregó.

 

Internet, ¿para qué?

 

En el desayuno del tercer día cuando Raisa y Soraya se alistaban para salir, hablábamos sobre la conveniencia o no de que todos los muchachos participaran en el taller:  ¿No sería mejor que las tecnologías se  les presentaran después, que antes pensemos en lo que vamos a hacer en la calle? Aprovechando que Raisa es mi editora y que como tal se encarga de desenterrar algunas cosas que yo digo por ahí, queda como anillo al dedo esto que escribí en Mistica y que ella trajo a cuento en la reunión:  “Opino que lo mejor es dejar que la gente juegue con las tecnologías, se ría con ellas, pregunte con ellas desde todo lo que tiene que ver con las experiencias de los seres humanos...  Suena fácil pero no.  Se necesita que las personas tengan cuento.  Que algo así ocurra es casual, sutil, pero ocurre, por fortuna.  Que la gente juegue sin descuidar las reflexiones” Por eso me gustó el taller con Yacine, porque, la gente, en contra de Yacine que venia con cara de palo a dar palo, se rió, creó sus correos, y se mandó cartas con las personas que estaban en el computador de al lado, para decirse cosas que son divertidas decírselas por correo.  Ahora desde hace una semana ocurren este tipo de llamadas:  Te he escrito un correo, ve y abre para que leas lo que te escribí.   Yo me la paso en esas, avisando que he escrito correos. Este juego va creando lazos de confianza, asunto bien importante para un trabajo de estos.

 

Es necesario hacer una replica de este taller en los nodos de trabajo.  Yacine tiene la palabra.  Nosotros podemos enviar gente nuestra, que estuvo en el taller tomando atenta nota,  a trabajar esta metodología que nos dejó nuestro hombre en Dominicana.

 

Lo curioso del taller de Yacine es que en los dos días la conexión funciono a medias.  Le dije que siempre nos ocurría eso y entonces dijo que había que hacer un ritual en serio para que esto no vuelva a ocurrir, queda entonces como tarea que nos diga los elementos, escenario y palabras para este ritual colectivo, que puede servirnos a todas las comunidades donde la conexión no funciona. 

 

Las reglas de juego

 

Raisa nos entregó como parte de su trabajo un texto de Carl Sagan, cuyo capítulo específico se titula:  Las reglas del juego.  Dejo de lado algo que me emociona hasta las lágrimas, como son sus recuerdos de infancia:  “Cada sociedad tiene su propio código.  Muchas culturas dicen una cosa y hacen otra.  En unas cuantas sociedades afortunadas, un legislador inspirado establece unas reglas de convivencia (la mayor parte de las veces afirmando que  han sido instruidas por un dios, sin lo cual pocos las seguirían)  Por ejemplo, los códigos de Azoka (India), Hammurabi..., que otrora rigieron civilizaciones poderosas, están ahora en gran medida perimidos.  Tal vez juzgaron erróneamente la naturaleza humana y nos pidieron demasiado.  Quizá la experiencia de una época o una cultura no sea plenamente aplicable a otra”.

 

Este proyecto tendrá que ir construyendo su propio código que rebasará el proyecto mismo y lo modificará, tendrá que ser él una construcción de valores profundos basados en la verdad y la confianza.  En el año 2000 vino a Ocaña Antanas Mockus y yo tomé emocionado algunos apuntes que al final nunca estuvieron en el sitio web y que espero estén en el nuevo:

 

Confianza

 

Se organiza un juego como introducción del tema.  Un circulo con participantes y una persona en medio con los ojos cerrados se deja ir de un lado a otro como un péndulo.  Este ejercicio genera reflexiones sencillas:

 

·        Si el que está en la mitad no confía en los compañeros nunca podrá jugar relajado.

·        La primera persona  que empieza el juego lo hace con más temor que la  última, que ya ha probado que todos pueden sostener a  la del medio y que ya ha probado que es un equipo confiable.

·        Si no confiamos hay incertidumbre.  Diríamos aquí, no hay juego.

·        Para que el juego pueda desarrollarse se necesita confianza, del mismo modo la vida contemporánea necesita confianza. El conocimiento puede decirse que es el patrimonio de una comunidad;  el conocimiento crea confianza, de allí que en ultimas sea la confianza el patrimonio de una comunidad.

 

 

 

 

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© Raices Magicas / Yacine Khelladi 2002-2005